En realidad, han pasado tres semanas, pero como dije anteriormente quería pasarme la primera como una especie de vacaciones. En estas dos si que he escrito, aunque no tanto como a mi mente adicta a la productividad quisiera. Redacté el microcuento para Medellín en 100 palabras, que de hecho fueron dos; hice dos versiones porque la primera me pareció demasiado simplista, algo hecho en menos de una hora que evidenciaba los problemas de la comunidad lgbt en Medellín junto con lo que más he admirado de la ciudad últimamente. Todo salió demasiado fácil y cuando miré, ni siquiera tuve que restarle palabras, solo tuve que hacer una pulida aquí y allá, y me dije que no podía ser de esa forma. Escribí otra versión sobre el mismo tema y pasó lo mismo. Le mandé el escrito a varios amigos y sorprendentemente la mayoría se decantaba por el primero… ¿por qué? ¿Por qué era más hermoso algo escrito sin pensar en menos de media hora y con un mínimo de edición? Todo ese día me quedé con una sensació